Ensayo y soy voz

Lo vi en la tele

Juan Martín Seery

Juan Martín Seery

@juanmartinseery

Viviana Canosa tomando dióxido de cloro

Todas las mañanas leo las noticias mientras desayuno. Abro varios diarios digitales y me informo; leo sobre qué sucedió ayer para enfrentarme al hoy. Personalmente, no consumo medios televisivos ni radiales, pero conocidos y familiares sí y en mayor medida que la impresa o digital. Es la fuente principal de actualidad de la gran mayoría de personas, incluyéndome. Nos enteramos de los sucesos más recientes, ya sucedan a doscientos kilómetros o a diez cuadras. A decir verdad, es una maravilla logística cómo nos llega tanta información desde lugares tan lejanos y en tan poco tiempo, ¡cómo nos informan!… ¿no?

¿Periodismo o adoctrinamiento?

Para posicionarnos en el tema, hay que plantear qué es la prensa. El periodismo, el diario o los medios de comunicación son organismos encargados de la obtención, tratamiento, interpretación, redacción y difusión de informaciones. Sencillo, ¿no? En un principio, uno pensaría que hacer periodismo es una actividad programática: ves qué pasó, lo redactás lindo y lo mandás al diario, siempre siguiendo las reglas del buen periodista. En el caso de ser una investigación grande, el proceso sería semejante pero más laborioso. Resulta que no y esto es algo que nadie nos explica. Siempre hay un factor de subjetividad añadido, siempre hay un porqué detrás de las noticias que se dictan, y esto puede hacernos creer una realidad falaz. Hay intereses, hay un fin.

Suele nombrarse a los medios como el cuarto poder (si recordamos, nuestro Estado tiene un poder ejecutivo, uno legislativo y uno judicial: tres poderes) y no me parece un apodo fuera de lugar: es increíblemente común que el grueso de las personas nunca lean extractos de ninguna ley, de ningún anuncio oficial, o de la información directa del tema que se toque, y su visión será la que elijan los medios. Ergo, estos últimos logran un gran poder político, un poder capaz de derrocar gobiernos, de promover medidas y hasta infundir temor.

Pero los medios tendrán algo de buenas intenciones. No puede ser que ellos nos quieran imponer su agenda política, pensarás, y no estarías del todo equivocado. Hay periódicos (generalmente independientes) que hacen exactamente eso: se centran en explicar cómo funciona el mundo para que después nosotros formemos nuestra opinión, como aquel artículo de Cenital que explica el funcionamiento de los bancos para que nosotros nos hagamos una idea de una medida reciente por parte del Banco Central. Ahora, lo que más se consume, los medios mainstream, son la antítesis a lo recién planteado. Un ejemplo extremo es 6-7-8, propaganda kirchnerista en su estado más puro que funcionó de 2009 hasta el 2015 (fin del mandato de Kirchner). Si prestás atención a los titulares de un mismo evento de dos portales “opuestos” cualesquiera, uno puede darse cuenta de la agenda de cada uno.

Por ejemplo, “El kirchnerismo insiste en que Federico Basualdo no se va ‘hasta que lo decida Cristina Kirchner’” de Clarín y “Axel Kicillof respaldó a Federico Basualdo: ‘Es un excelente funcionario’” de Página 12 — ambos tratan la misma reunión y fueron publicados el 3 de mayo de 2021. En esta reunión de Frente de Todos (amado por Página 12 y el archienemigo de Clarín) no sucedió nada significativo, pero esos titulares tienen fines muy particulares: en el caso de Página 12, confirmar que su partido es estable, que se quieren mucho y se dan besitos; mientras que Clarín sitúa a Cristina como una tirana que maneja los hilos del gobierno, lo cual deja tranquilos a aquellos que votaron en contra de Cristina, que votaron al candidato correcto y el resto son unos inútiles.

El sesgo de confirmación

He aquí la cuestión fundamental de esos titulares: ¿Qué te gustaría leer, un artículo que explique cómo funcionan los nuevos impuestos o uno que titulado “LA MEDIDA DEL PARTIDO QUE NO ME GUSTA ESTÁ MAL, HAY QUE HACER UN GOLPE DE ESTADO”? Posiblemente dirías que la primera, obvio, ambos somos personas inteligentes, pero casi seguro que ante esos dos titulares leamos el segundo, inconscientemente, por una movida psicológica llamada sesgo de confirmación, que postula que a los humanos nos encanta que nos digan que tenemos razón y nos da por las pelotas equivocarnos.

Consecuentemente, esto genera un caldo de cultivo de falacias, ya que nos hace más propensos a creer una mentira que se alinee con nuestro pensamientos. Si yo voté al gobierno de turno y leo “todo va requetebien” y luego leo “50% de pobreza”, tenderé a creer el primer titular y a olvidarme del segundo. Como célebremente dijo Roger Ailes, fundador de Fox News y manipulador nato: “truth is whatever people will believe” (la verdad es lo que la gente esté dispuesta a creer) y “I want to elect the next president” (quiero elegir al próximo presidente).

Posiblemente te preguntes qué incentivos tienen para seguir una agenda política si el consumidor del diario es el pueblo. Los clics, el rating, los oyentes, el encendido; todo suma a la cuenta bancaria de los medios gracias a los anunciantes que se auspician en los medios (dada la negatividad de mi relato, aclaro que depender de anunciantes no es malo en sí mismo). Los ingresos de los medios son directamente proporcionales a las personas que los consumen, necesitan vender noticias y decir las cosas como son, aburridas y complicadas, no vende. Por eso, es muy común ver noticias que estimulen nuestro sesgo de confirmación y que nos hagan hacer clic o dejar la tele prendida.

El tío del marido de Pampita

Para expandir la idea de los clics y ya alejándonos del temón de la agenda política, toca hablar de los títulos capciosos. Seguramente te cruzaste con un titular, generalmente en la internet, semejante a “Fulano de Tal lloró luego de esto” y resulta que alguien le contó un chiste malo. Yo, al menos, me siento fuertemente engañado y traicionado por ese título, me esperaba algo más… interesante. ¿Lograron informarme? No. ¿Lograron que investigara más sobre el tema? Tampoco. ¿Lograron que haga clic? Por supuesto, y muy elegantemente. Hice clic y vi varios anuncios de por medio. No ganaron mucho dinero de mi clic en particular, pero con que suficiente gente lo haga, se asegurarían una enorme ganancia. Y para colmo, la nota no tiene mucho esfuerzo por detrás, es sencilla y escueta, pero el título, uf, el título está muy bien pensado: maximiza la cantidad de clics como si fuera la noticia ultra definitiva. ¿Esto es periodismo?

Otro fenómeno, y te va a volar la cabeza, es el de las tendencias. ¿Notaste que hay veces que TODOS los medios están tratando el mismo tema por inhumanas cantidades de tiempo? Eso es una noticia que se hizo tendencia, noticias que parece que todo el mundo está hablando de ellas. Por ejemplo, cuando a principios de 2020 solo se hablaba del asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell. Estas notas son los huevos de oro de la prensa, porque cuando un tema es candente a gran escala, sus números aumentan; todos quieren estar al tanto de eso. Además, suele ser una actividad simbiótica: mientras más medios traten la noticia, más repercusión tendrá, lo que se traduce en más ganancias. Mirándolo de lejos, parece un fenómeno inocente y natural. No obstante (y por si no te diste cuenta a esta altura de esta tesis) no es así. Así como los medios cumplen una agenda política eligiendo qué mostrar y cómo, hacen lo mismo con esto. Cuando un medio lo suficientemente grande le da mucha bola a un tema, este termina volviéndose tendencia. No importa si la noticia es insignificante, sensacionalista, o llanamente falsa, si un medio lo muestra lo suficiente, todos terminan hablando de eso. Esto es un arma de doble filo grande como una casa, porque sirve para que ciertas organizaciones puedan llamar la atención sobre algún inconveniente en particular, mas suele ser usado para tapar otras problemáticas. Sin embargo, solo será tratado si a) tiene pinta de generar billetes y b) cumple con la agenda propuesta.

“Son todos iguales”

La última crítica negativa que tengo está relacionada a esto último, y es cuando los medios eligen qué mostrar. Generalmente, las noticias que generan más plata son acerca de sucesos raros, hechos impensables… o mero morbo. Por eso vemos esas noticias por todos lados, nos llenan de noticias poco significativas para nuestro día y que no nos informan sino que nos entretienen. Eso tiene el gigante problema de que le dan pie a ese tipo de noticias y dejan de lado a otras, otras que pueden ser más importantes para la sociedad, pero que no suman a la cuenta bancaria.

Anteriormente, nombré a Clarín y Página 12 de los cientos de medios del país porque estos son de los más leídos del país. Y hablando de los “más leídos” hay una cuestión muy importante: los monopolios. Como bien expuso Jorge Lanata bien expuso múltiples veces, todos los medios están agrupados de una u otra forma. Incontables pertenecen al Estado, otros pertenecen a uno de los gigantes, como el Grupo Clarín, el Grupo América o el Grupo Perfil. Esto provoca cierta monotonía a lo largo de canales y profundiza el problema anterior.

Cabe mencionar la Ley 26.522, más conocida como Ley de Medios, cuyo objeto es democratizar y descentralizar el periodismo, aunque se haya nulificado en 2016 por un decreto presidencial (diez puntos el equilibrio de poder).

¿Y entonces?

Que los medios de comunicación se transformen en entretenimiento no es muy lindo. No hay mucha alternativa que nos permita resolver la omisión de noticias (salvo que te introduzcas en lugares oscuros de la internet), pero sí se puede eliminar parcialmente la subjetividad de los hechos: leer la misma noticia de varios lugares distintos y (de ser posible) de la fuente oficial. Además, hay medios que realmente intentan ser imparciales; varios dependen de una suscripción periódica para mantenerse a flote y no suelen ser muy conocidos.

Asimismo, aunque consumamos estos medios de nicho, seguiremos siendo bombardeados con noticias basura. Estamos condenados a un cuarto poder que no elegimos, que sigue intereses monetarios y que cambia nuestra forma de pensar sin nuestro consentimiento. Y eso que estamos en la era de la información.